¿Cómo quitar a la gente lo que es suyo?… es el mercado, amigo.

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Hay que defender lo nuestro, difícilmente volverá si lo perdemos, porque como sabéis, hay voluntades que no dejan de poner en práctica métodos para quitárnoslo, lo más fácil, es hacerlo desde dentro, como hasta ahora.

Recientemente escuchaba en un mitin político esta pregunta ¿cómo quitar a la gente lo que es suyo? refiriéndose a la amenaza de la privatización de los servicios públicos y la perdida de derechos ciudadanos, y es que las corrientes políticas neoliberales buscan redefinir de nuevo la conciencia social, por supuesto, con discursos sibilinos, mientras tanto, el verdadero propósito fluye como un río y no deja de ser siempre el mismo, quitar poder político al pueblo para dárselo a las grandes estructuras económicas.

¿Cómo quitar a la gente lo que es suyo? Me resultó una pregunta tan sencilla como irreverente, por un lado realza el sentido de la propiedad de los bienes y servicios públicos por parte de la ciudadanía, como un bien transcendental, una percepción de la patria muy pocas veces debatida y que tiene bastante interés ya que ¿Porqué me van a querer quitar algo que es mío? Está claro que si hay interés por extraer un servicio de la ciudadanía gestionado por el Estado y trasladarlo al mundo privado es porque el valor económico de este servicio es exponencial, un negocio altamente rentable y seguro. 

Por otro lado, la pregunta ¿Cómo quitar a la gente lo que es suyo?, constata el valor de la comunidad y el trabajo desarrollado a largo de décadas y generaciones que han hecho posible los servicios públicos y los derechos sociales, por lo que invita a la población a la protección de dichos servicios y derechos, y es que no es ninguna broma, los servicios públicos y derechos son las garantías para que toda la población pueda acceder a una vida digna en igualdad de condiciones al margen de su procedencia, todo ello es gracias al acceso universal a la sanidad, la educación, la justicia, etc.

Evidentemente los servicios públicos se sostienen gracias a los impuestos que todos aportamos (consumo, trabajadores y empresas), ese dinero que acumula el Estado para luego distribuirlo también es nuestro y se merece el «respeto máximo de control y uso correcto» ya que representa nuestro bienestar, el objeto de esos servicios prestados es el bienestar común, una economía equilibrada y la convivencia, la piedra angular de nuestra sociedad, por lo tanto, los impuestos es una obligación común de la que nadie puede zafarse, incluidos aquellas grandes empresas, políticos y familias que se creen exentos de todo y que precisamente son los abanderados de privatizar para montarse el negocio a costa de todos. La verdad es que no deja de ser paradójico y contradictorio, lo que está claro es que para ellos prima exclusivamente el negocio y no las garantías.


Las intenciones políticas en España y en el mundo podrían dividirse prácticamente en estos dos bloques, un pueblo que necesita para evolucionar unos servicios públicos de calidad y una democracia que funcione, y por otro lado, los organizadores de un mercado neoliberal que quieren privatizar lo que precisamente ellos no necesitan y además les es un negocio redondo.

Estos  últimos proponen que los servicios sociales serán más económicos incluso más rentables para todos, pero no es real, además de ser un fraude en toda regla, por un lado el coste de adquisición de un servicio público como la sanidad a manos privadas es técnicamente imposible de abordar a menos que lo regalemos a esas manos privadas y se les den concesiones de fondos públicos (subvenciones) como ya se ha hecho con algunas privatizaciones en España. Por otro lado, en cuanto al servicio, el factor cuota y precio vendrá dictaminado por el mercado lo que sería discriminatorio, y lo que es un peor, la propuesta de privatización de un servicio público básico ya es discriminatorio en el momento de su formulación, pues para que fuera justo, accesible y equitativo todas las personas y familias tendrían que estar en las mismas circunstancias e igualdad de oportunidades en cuanto a lo formativo y lo económico, lo cual, es técnicamente imposible.

Queda claro que aquellos que tienen interés especialmente en la privatización es porque están en el situación de ventaja frente a mayoría, lo que a la larga incrementaría la desigualdad social y la economía concentrando la riqueza en unos pocos, tal y como está sucediendo en otros países, incluido España, por supuesto, castigando al resto de la población.  Ni que decir que los mecanismos de poder y toma de decisiones recaerían exclusivamente en las familias adineradas, es por esto que tanto las grandes empresas, multinacionales y determinadas familias tienen más interés en la privatización y en la construcción de mercados puramente neoliberales donde todas las ventajas son exclusivamente para ellos. ¿En que lugar quedarían las estructuras democráticas a modo práctico? en ningún lugar útil para la gran mayoría social, el poder de la representación del pueblo quedaría completamente diluida y sería irrelevante en la práctica. Es así cómo se le quita a la gente lo que es suyo.

¿Quienes son los beneficiarios de los derechos democráticos y  servicios públicos? pues para intentar hallar una respuesta, los beneficiarios solo pueden ser esa parte de la población que eliminando dichos derechos y servicios públicos no podrían permitirse pagarlos con su trabajo (ahorro), evidentemente siendo esos servicios de calidad y ellos disfrutando de una vida digna, es decir, la panacea de la privatización obliga a que un trabajador está destinado a disfrutar de un gran salario, aunque sea barriendo las calles, un salario que permita pagar una sanidad privada, educación privada, pensiones privadas, adquirir una vivienda, tener una familia, etc, la remuneración laboral hasta para el menos cualificado debería ser muy alta.

Y ahora viene la siguiente pregunta ¿Crees que en un mercado neoliberal el salario común va a ser alto y los costes de los servicios baratos y además de calidad? Es evidente que no, para que los servicios sean baratos las salarios de los trabajadores deben ser bajos. Esta última pregunta tiene muchas respuestas, todas ofrecen una parte realmente perjudicada y por supuesto, no serán las grandes empresas quienes lo sufran.

Una sociedad está configurada principalmente por trabajadores, parados, estudiantes, pensionistas, pequeños empresarios y grandes empresarios (grande fortunas). De todos ellos, solo los grandes empresarios (grandes fortunas) pueden prescindir de cualquier servicio público, luego hemos de entender que están en otra esfera de la realidad, una esfera que es de ellos en exclusividad, es lógico que no quieran contribuir a nada del resto de la sociedad pues ¿Porqué hacerlo? ¿Porqué van a necesitar un mercado regulado? ¿Porqué pagar impuestos? y si nos estiramos ¿Para qué quieren una democracia? para que el criterio de estas grandes fortunas fuera extensible al resto de la población todos deberíamos ser millonarios, cosa que no somos, o directamente imponer su parecer desde la corrupción política o la influencia política mediática, que es lo que ha pasado y parece que sigue pasando, es decir, una estafa mire por donde se mire.

El Estado no deja de ser una macro gran empresa, las mas grande de todas, donde todos somos socios, la diferencia es el propósito, el objetivo del Estado no es acumular beneficios, es devolver los beneficios a la sociedad en forma de servicios. Una multinacional como Iberdrola o Telefónica, sin embargo, puede acumular las ganancias sin compromisos sociales, lo que defienden empresas multinacionales en la práctica un modelo medieval, solo entre ellas podrían competir para alcanzar mas ganancias (más poder) y los demás quedan excluidos como pequeños engranajes necesarios para el sistema siendo como mucho consumidores, trabajadores o pequeños empresarios con muy pocas posibilidades de éxito de crecimiento. 

Estos son los conflictos y valor de la política y porqué la necesitamos. Lo nuestro, es que la democracia  funcione a la perfección y que la política esté al servicio del 100% de la ciudadanía, lo que es nuestro, son nuestros derechos y deberes a trabajar por una vida digna, poder ser competitivos y disponer de servicios públicos de calidad que permitan impulsar cualquier vida al margen de su situación familiar y económica.

Hay que defender lo nuestro, difícilmente volverá si lo perdemos, porque como sabéis, hay voluntades que no dejan de poner en práctica métodos para quitárnoslo, lo más fácil, es hacerlo desde dentro, como hasta ahora, desde la política, es así cómo se le quita a la gente lo que es suyo, el axioma neoliberal de «es el mercado, amigo» es un fraude.

Votad bien y sed siempre responsables, continuemos sembrado conciencia.