Oda a los Comercios de Barrio y un post sobre la Seguridad y la Vida en los barrios.

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Los okupas, las pymes y la seguridad en los barrios.

Oda a los Comercios de Barrio

Oh, pequeños comercios, guardianes de nuestras calles, En cada esquina, en cada rincón, un faro de seguridad se erige. No con cámaras frías, ni alarmas estridentes, Sino con la luz cálida de la presencia y conexión comunitaria.

Ferreterías, fortalezas de herramientas y consejos, No solo construyen estructuras, sino también lazos entre vecinos. Farmacias y Droguerías, almacenes de aromas familiares, Guardianes de la salud y la confianza en cada frasco y medicina.

Tiendas de ropa y calzado, custodios de estilos únicos, Desfilan por las calles, creando un manto de diversidad. Mercerías, tejedoras de sueños en cada madeja, Transforman hilos en historias, construyendo una tela comunitaria.

Carnicerías y pescaderías, protectores de los sabores auténticos, No solo ofrecen manjares, sino seguridad alimentaria arraigada. Panaderías, hornos que despiertan el aroma de hogares, Guardianes de momentos compartidos en cada mordisco.

Fruterías, expositores de colores que pintan las estaciones, Ofrecen salud en cada pieza y vitalidad en cada vitrina. Pequeños comercios, faros de vigilancia natural, Conocen a sus clientes, reconocen rostros, gestos, en cada interacción.

En la simplicidad de sus escaparates, se esconde un secreto, Una red de seguridad tejida con la confianza y la cercanía. Menos empresas de seguridad, porque en cada pequeño comercio, Encontramos un guardián, un vecino, un amigo, que vela por el bienestar.

Oh, pequeños comercios, más que lugares de transacciones, Sois los protectores silenciosos de nuestras calles y barrios. En vuestras puertas, encontramos no solo productos, Sino la seguridad de pertenecer a una comunidad que cuida de sí misma.

La Seguridad y la Vida en los barrios caen porque caen las pymes.

Mas allá de la pequeña broma de la Oda al pequeño comercio, como algo lejano, la realidad es que en el vaivén de la modernidad, los pequeños comercios se erigen como guardianes silenciosos de la seguridad y la convivencia en nuestras calles y barrios, pero sin embargo, hoy mas que nunca en España se ven amenazados en su existencia debido a la mala gestión de las políticas locales y nacionales, es decir, la desprotección total frente a la corrosivas practicas de las grandes cadenas y multinacionales. En un mundo cada vez más dominado por gigantes corporativos, es vital reflexionar sobre cómo el impacto de estas multinacionales está vaciando nuestras comunidades de una valiosa actividad social y económica.

Los pequeños comercios no solo son lugares de transacciones, sino refugios de seguridad. Su presencia constante y cercana genera una atmósfera de vigilancia natural. Los dueños y empleados, conocedores de sus clientes, contribuyen a crear entornos más seguros al estar atentos a comportamientos inusuales o sospechosos, incluso la mera presencia de los comercios ya justifica el constante paso de personas por la zona aportando una riqueza mas allá de lo económica.

En el corazón de la convivencia comunitaria y la seguridad está la conexión. Los pequeños comercios tejen vínculos auténticos con la comunidad. Conocen a sus clientes no solo como consumidores, sino como vecinos, amigos e integrantes activos de la vida local. Esta conexión fomenta una red de apoyo que se extiende más allá de las transacciones comerciales.

La seguridad económica y la convivencia están entrelazadas con el empleo local. Los pequeños comercios son auténticos generadores de puestos de trabajo en la comunidad. Esta estabilidad laboral contribuye no solo a la seguridad financiera, sino también a la armonía social al reducir tensiones vinculadas al desempleo.

En contraste, la expansión de las grandes multinacionales ha traído consigo la uniformidad y la pérdida de la esencia comunitaria. Las cadenas impersonales desplazan a los pequeños comercios, creando desiertos urbanos sin la vitalidad y actividad que estos negocios locales aportan. Así por ejemplo, cada vez es mas común en multitud de barrios y pueblos de España ver calles vacías donde antes había plenitud de vida, intercambio económico y actividad.

¿Hay responsables de estos cambios indeseados? SI.

Las políticas locales, comunitarias y nacionales dan paso sin limites a las grandes cadenas y multinacionales, y sin limites, éstas multinacionales implantan sus agresivos modelos de negocio, en muchos casos, con sedes en Luxemburgo, mientras las pymes y los autónomos tienen sede en Madrid, otra interesante diferencia.

El avance de las multinacionales deja a su paso calles desiertas, desprovistas de la riqueza social que los pequeños comercios brindan. La pérdida de interacción humana, la ausencia de dueños que conocen a sus clientes, clientes que se conocen entre ellos  y la desaparición de la diversidad comercial contribuyen a un declive en la seguridad y la convivencia.

 Es imperativo reconocer el valor de lo local. Al apoyar a los pequeños comercios, no solo impulsamos la economía de la comunidad, sino que también fortalecemos los lazos sociales y el sentido de pertenencia. La elección consciente de respaldar estos negocios es un acto de resistencia contra la homogeneización urbana impuesta por las grandes corporaciones.

Los pequeños comercios son faros de seguridad y convivencia en nuestras calles. Mientras las multinacionales amenazan con vaciar nuestras comunidades de actividad social, es crucial revalorizar y apoyar lo local. Al hacerlo, no solo preservamos la identidad única de nuestros barrios, sino que también garantizamos entornos más seguros y conectados. ¡El futuro de nuestras calles está en nuestras manos, y cada elección cuenta!